VILLA OCAMPO: DESTINO SIN DESTINO

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El tiempo y los fondos “perdidos” por la gestión Paduán para el desarrollo del turismo local.

Este año se cumplen 10 años del lanzamiento de la convocatoria del Ministerio de Ciencia, Tecnología e Innovación Productiva para la presentación de proyectos de APOYO TECNOLOGICO AL SECTOR TURISMO, conocido como ASETUR.

Esta línea de crédito fue uno de los primeros estímulos del gobierno nacional a esta actividad y más aún para nuestra zona que ya había sido relevada como área de potencial desarrollo turístico en el PFETS (Plan Federal Estratégico de Turismo Sustentable) 2006-2016.

Tener por primera vez un plan estratégico de turismo, no era poca cosa para un país que aún se recuperaba de los embates de la crisis del 2001. Más aún, planificar el desarrollo sustentablemente en un período donde el nuevo cambio monetario comenzaba a atraer a los primeros turistas extranjeros, permitiría distribuir el flujo de demanda hacia los destinos no tradicionales y potenciales, como el nuestro.

Pero esto también requería del serio compromiso del gobierno local, entendiendo que el turismo no sólo es la representación simbólica de un destino, que sólo por nombre y con un cartel de bienvenida se convierte en un destino turístico. Es una actividad que, con la planificación necesaria, genera dividendos en todos los estratos de la comunidad: un turista seguramente necesitará tomar un remise, dormir en un hotel, comer en un restaurant, visitar un museo, asistir a una visita guiada, tomar un helado, comprar en un quiosco, comprar artesanías, comprar dulces y productos típicos, requerir de una farmacia, cambiar dinero, alquilar bicicletas, comprar postales, y así, imaginando infinitamente hasta los lugares más insólitos que puede llegar su efecto multiplicador.

Una verdadera industria, que merece el reconocimiento como tal, sobre todo en una comunidad como la nuestra, con los atractivos de altísimo valor para el turismo y con sus industrias en extinción. Sólo se trataba de que el gobierno local tome enserio una novedosa actividad económica y despertar el interés en la comunidad receptora, pero lamentablemente se perdió tiempo y dinero.

A mediados del 2008, casi como un regalo de fin de mi carrera en Turismo y Hotelería, se lanza la convocatoria para la presentación de los proyectos ASETUR en el Ministerio de Ciencia y Tecnología (MinCyT), disuelto, por cierto, por el gobierno actual en 2018. Con gran entusiasmo y confiando en que esta oportunidad no podía ser desaprovechada para que nuestra ciudad y zona pueda por primera vez lograr su activación como destino turístico, comienzo a trabajar ad honorem en varias reuniones presentando y delineando los detalles finales del proyecto con colegas ocampenses y, por entonces, con la Secretaría de Cultura, ya que desde la Secretaría de Producción no se tuvo el mínimo interés.

Después de un arduo trabajo de planificación, recién en 2010 se aprobó el proyecto en Nación. El mismo constaba de cuatro etapas, de seis meses cada una, fundamentales para sentar las bases de un nuevo destino turístico que estaría por encima de la oferta turística de la provincia y de la región: la etapa 1, de compilación de información histórica, paleontológica y de flora y fauna del Jaaukanigás; la etapa 2, de apertura de un centro de información turística; la etapa 3, de diseño y lanzamiento del primer sitio web de turismo; y la etapa 4 de capacitación y formación de actores del turismo, desde empleados de servicios vinculados directamente a la actividad turística, hasta la realización de jornadas de sensibilización dirigidas a toda la comunidad.

Junto a los profesionales convocados logramos finalizar la etapa 1, pero ya para la etapa 2, la municipalidad no logró cumplir los objetivos, habiendo recibido los fondos correspondientes. Dirigí el proyecto hasta mi renuncia al inicio de la etapa 3, presentada oportunamente ante el organismo financiador, en este caso UVT-CETRI, por la no aceptación por parte del ejecutivo de mi equipo de trabajo para la construcción del sitio web, integrado por profesionales del área y habiendo alcanzado inclusive a armar y presentar el prototipo y contenido del mismo. Hoy hubiéramos tenido el primer sitio web bilingüe del norte de la provincia, no sólo con un diseño sumamente atractivo, sino también subido y promocionado en las principales redes sociales.

Lamentablemente, no se cumplieron los objetivos del proyecto y perdimos una gran oportunidad, sobre todo teniendo en cuenta que ya pasaron cuatro años del nuevo gobierno nacional y los incentivos al turismo y a toda la industria son inexistentes. Al contrario, hasta ahora este modelo demostró sólo su capacidad (o tal vez objetivo) de destruirlos.

A propósito, me pregunto ¿qué pensaran aquellos voceros (formales e informales) de la municipalidad, que tanto algunos han criticado al gobierno anterior y tanto otros difamado a tanta gente que pensaba distinto a ellos, acerca de éstos y tantos otros fondos públicos recibidos para proyectos inconclusos?

Mientras tanto, como ocampense y profesional del turismo, anhelo el desarrollo real y sustentable de esta próspera actividad para toda la comunidad local, y, si conseguimos que el gobierno provincial o nacional, apoye nuevamente iniciativas como éstas, lo haga a través de funcionaros locales más comprometidos y competentes.

Lic. Mauricio Rios Lovisa

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