Cuando no se busca la verdad ni el bien de los demás, entonces nos encontramos ante un problema que si no sabemos enfocar bien puede conducirnos a errores o malas decisiones. La llamada ideología de género busca solamente la conquista de voluntades, para utilizarlas con un fin no santo.
Como no puede decir abiertamente que quiere utilizar a los demás, entonces disfraza el engaño y así alcanza su finalidad. La ideología de género es necesariamente ambigua, el ideólogo utiliza el engaño como una herramienta de trabajo. Tiene varias locuciones con las que manipula el lenguaje. La principal es la palabra que la denomina, es decir el vocablo “género”.
Según esta ideología, la libertad para “construir” el propio género, debe interpretarse como sinónimo de una autonomía absoluta. Y así, primero, cada uno interpreta como se le antoja qué es ser varón y qué es ser mujer; interpretación que además podrá variarse cuantas veces uno lo estime conveniente. Segundo, cada persona puede elegir hoy y ahora, si quiere ser varón o mujer, y cambiar de decisión cuantas veces le plazca.
La ideología de género, por ser falsa y antinatural, en definitiva no convence, y sólo puede implantarse en forma totalitaria. Se trata de un intento de imponer una nueva antropología, que es el origen de una nueva cosmología, y que provoca un cambio total en las pautas morales de la sociedad.
¿Qué es lo que postula esta ideología? Pivotea sobre dos temas centrales, la afirmación de que no existe la naturaleza humana, y que los aspectos biológicos del sexo no pueden condicionar al ser humano. Sobre esas dos negaciones, establecen que el género sería el sexo construido socialmente.
Partiendo de ese presupuesto, emprenden un proceso de “deconstrucción”, que consiste en mostrar cómo se ha construido un concepto cualquiera a partir de procesos históricos y acumulaciones metafóricas, e intentan mostrar que lo claro y evidente –el hecho que existen hombres y mujeres, por ejemplo- dista de serlo.
Dicen que el género es una construcción cultural, por consiguiente no es ni resultado causal del sexo ni tan aparentemente fijo como el sexo. Al teorizar que el género es una construcción radicalmente independiente del sexo, el género mismo viene a ser un artificio libre de ataduras; en consecuencia hombre y masculino podrían significar tanto un cuerpo femenino como uno masculino; mujer y femenino, tanto un cuerpo masculino como uno femenino.
Las consecuencias están a la vista: se busca la eliminación del matrimonio, porque toda unión sexual tendría el mismo valor. También la eliminación de la familia, porque cualquier unión sexual originaría un nuevo “tipo de familia”. En definitiva se busca eliminar la sociedad, por destrucción de la célula básica. Para ir pensando…
FUENTE: EL OCAMPENSE: Padre Rolando González