Cayó el presunto secuestrador y asesino de Johana Ramallo

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Fue detenido por integrar una organización criminal, acusado de trata de personas y trafico de drogas.

Cayó el presunto secuestrador y asesino de Johana Ramallo

Personal del Departamento Trata de Personas de la Superintendencia de Investigaciones Federales de la Policía Federal Argentina detuvo este miércoles a un hombre vinculado con el secuestro y posterior asesinato de la joven Johana Ramallo, perpetrado en el año 2017.

La diligencia se produjo en las inmediaciones del domicilio de un familiar del acusado, que era intensamente buscado por la Policía Federal en la capital bonaerense.

La causa se tramita ante el Juzgado Federal en lo Criminal y Correccional No 1 de la Ciudad de La Plata a cargo del Dr. Alejo Ramos Padilla, donde además de la desaparición y homicidio de Johana Ramallo, se investiga la posible participación en el hecho de redes u organizaciones de trata juntamente con la venta y tráfico de estupefacientes en la denominada zona roja de La Plata.

En dicha inteligencia los detectives federales, llevaron adelante en forma encubierta, vigilancias y seguimientos. Así se determinó la existencia de un grupo de personas que se dedicaba al tráfico de estupefacientes, facilitación y explotación de la prostitución encontrándose entre ellas Johana Ramallo, la joven que desapareció el 26 de julio de 2017 en La Plata y fue hallada mutilada en agosto de 2018 en las costas de Berisso.

La joven vivía en el barrio Villa Elvira, de La Plata, capital de la provincia de Buenos Aires, y fue captada por una red de trata. Desde el momento de su desaparición, Marta Ramallo, su madre, denunció la desaparición en la comisaría con la certeza de que a su hija la habían secuestrado una red de esclavas sexuales.

Dentro de ese grupo dieron con un individuo apodado “El Cabezón”, identificado como Carlos Omar Rodríguez, quien cumplía un rol fundamental dentro de la banda criminal, «capo» del Barrio conocido como El Mondongo, de donde era cercana Johana.

Rodríguez realizaba su actividad ilegal de forma organizada y con la colaboración de más personas. Distribuida la droga entre las distintas trabajadoras sexuales de la zona, no solamente para su propio consumo sino también para su posterior comercialización a terceros, la mayoría “clientes sexuales”.

«El Cabezón» ofrecía protección teniendo «personal» en las paradas, hoteles y donde había mayor consumidores todos con serios problemas de adicción, del que se aprovechaba «el capo», beneficiándose económicamente.

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